En 1890 Don Fortino León originario de Tlacolula de Matamoros, Oaxaca, se inició en la producción de mezcal para consumo familiar.
A principios del siglo XX, su bebida era conocida en los poblados aledaños por el cuidado que le daba a la selección de los agaves. En 1910 al estallido de la Revolución Mexicana, interrumpió casi por completo esta actividad.
Fue su hijo Porfirio León Gopar quién en 1929 reanudó la tradición de fabricar la bebida, al mismo tiempo que inauguró un pequeño establecimiento denominado Joyas Oaxaqueñas donde expendía artículos regionales de excepcional calidad, el mezcal que vendía en la tienda recuperó su fama entre los habitantes de Tlacolula sólo que esta vez se conoció como el "Mezcal Joyas Oaxaqueñas".
Años más tarde, Don Ausencio León Ruíz, hijo de Porfirio, tomó el control de la producción del mezcal, dedicándose a estudiar métodos de filtración y purificación y logrando un adecuado ambiente (luz, temperatura y humedad) para alcanzar la perfecta maduración y añejamiento, cualidades imprescindibles para obtener un mezcal puro, joven, persistente, brillante y con cuerpo, una bebida de excelente calidad, sabor único y de gran carácter. Al día de hoy los sucesores de Don Fortino León han sabido valorar su arraigo mexicano conservando el auténtico sabor de México en cada una de sus botellas que los han distinguido por más de 100 años.